Por desgracia la malnutrición es un fenómeno frecuente en pacientes con Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) , principalmente en enfermedad de Crohn y en periodos en los que existe una mayor actividad de la enfermedad. Esto es debido a un aumento del gasto energético o consumo calórico asociado a una reducción de la ingesta calórica. Es decir , se consume más de lo que se ingiere.
El aumento de consumo es secundario principalmente a la propia actividad inflamatoria de la enfermedad que aumenta el gasto metabólico.
La disminución en la “entrada” de calorías y nutrientes es debido a varios mecanismos fundamentales:
- Disminución de la absorción de nutrientes por la región de intestino que se encuentra inflamada, principalmente de intestino delgado
- Disminución de la ingesta por los síntomas propios de la enfermedad (dolor al comer, aumento de la diarrea…) o la falta de apetito (anorexia) asociada al brote.
- Evitación de alimentos y grupos de alimentos. Bien porque los síntomas han desencadenado en el pasado síntomas digestivos con su ingesta, bien por la creencia que la evitación de ciertos componentes de los alimentos puede empeorar la evolución de la enfermedad e impedir la curación de la mucosa intestinal dañada.
Reunión con pacientes EII
Durante la última reunión con pacientes EII en nuestro hospital, se preguntó a los asistentes (de forma anónima mediante una encuesta escrita) sobre su percepción sobre ciertos aspectos nutricionales relacionados con la evolución de su enfermedad. Estos fueron los resultados más relevantes:
Cuando se pregunto si creían que la nutrición influía en la evolución de su EII , un 65% (37 pacientes) respondieron afirmativamente. Solo 10 de los 37 pacientes (27%) entrevistados creían que se debía a un alimento o grupo de alimentos especifico. Las respuestas fueron diversas pero destacan por frecuencia los alimentos ricos en grasa, los lácteos , el alcohol o el picante.
Un 60% de la muestra (35 pacientes) había eliminado algún alimento de la dieta, desde el diagnostico de EII. Destaca la evitación en la alimentación de lácteos , fibras (gran parte de ellos disminuyendo la ingesta de frutas y verduras), bebidas alcohólicas y bebidas gaseosas.
Es decir más de la mitad de pacientes entrevistados evitaba de forma sistemática uno o mas alimentos desde el diagnostico de su enfermedad , y casi un tercio de los pacientes creía que la mala evolución de la enfermedad podría deberse en parte a uno o mas alimentos de forma especifica.
El problema no es cuando eliminamos un alimento como podría ser el alcohol o las bebidas gaseosas que no nos aporta ningún beneficio, sino cuando eliminamos alimentos ricos en macro y micronutrientes, algunos de ellos esenciales (es decir que nuestro organismo no lo puede sintetizar y debemos ingerirlo en la dieta) como pasa por ejemplo con los lácteos, las frutas y verduras.
Aunque no se ha conseguido evidenciar con suficiente “peso” o rigor científico que exista ningún alimento que influya directamente en la evolución de la EII , los estudios realizados sobre los hábitos dietéticos en personas que acaban desarrollando la enfermedad frente a otros individuos “sanos” son claros: el consumo de dietas ricas en frutas y verduras es un factor “protector” frente al desarrollo de la EII.
Además las recomendaciones Europeas sobre la nutrición en EII apuntan que una dieta pobre en frutas ,verduras y ácidos grasos omega 3 con una mayor ingesta de ácidos grasos omega 6 parece influir en el desarrollo de la enfermedad. De forma general en una dieta mediterránea “estricta” se ingieren cantidades suficientes de omega 3 (en el pescado azul, las nueces…) y una cantidad menor de omega 6 (en aceites vegetales como el de palma, colza…). El problema es que la dieta actual, rica en alimentos procesados hace que ingiramos muchas mas cantidades de omega 6 de las recomendadas.
Es decir, la eliminación de alimentos para “modificar” la historia natural de la enfermedad inflamatoria intestinal es un fenómeno frecuente hecho que fomenta en ocasiones la malnutrición asociada a la patología .
No se ha demostrado que la eliminación de un alimento concreto mejore la evolución de la enfermedad aunque si es recomendable una dieta variada y equilibrada, rica en frutas y verduras .
La dieta mediterránea , adaptando los alimentos a ingerir en función de la tolerancia a los mismos en cada momento de la evolución de nuestra enfermedad, seria lo más aconsejable para todos nuestros pacientes.
Si os surgen dudas sobre este tema o precisáis de consejo dietético sobre cualquier aspecto, todos los componentes de la Unidad de EII estamos a vuestra disposición.